TODO LO QUE MUERE
John Connolly
Tusquets editores (2004)
ISBN 978-84-8310-261-9
432 páginas
Una noche, Charlie «Bird» Parker, inspector del Departamento de Policía de Nueva York, discute por enésima vez con su mujer y sale a tomar unas copas; cuando vuelve a casa, se encuentra a su mujer y a su hija de tres años salvajemente asesinadas. Entre los sospechosos figura el propio Parker, pero el crimen no podrá resolverse. Incapaz de superar los sentimientos de culpabilidad y expulsado del cuerpo de policía, Parker se convierte en un hombre atormentado, violento y deseoso de venganza. Cuando su ex jefe le pide ayuda para resolver el caso de una joven desaparecida, Parker acepta y se embarca en una investigación que le llevará hasta el sur de Estados Unidos, donde se las verá con el crimen organizado, con una extraña anciana que dice oír voces de ultratumba y con el «Viajero», un despiadado asesino en serie... (SINOPSIS EDITORIAL)
Hace tiempo que tenía ganas de formar parte de alguna lectura conjunta ya que nunca había participado en ninguna y era algo que me apetecía probar; y hace tiempo que quería leer a John Connolly, a quien descubrí por primera vez al ver su nombre en las librerías junto al de Michael Connelly, autor que me gusta desde hace años. La primera vez que lo vi me pregunté si tendrían algún parentesco, los dos juntitos en los estantes de la novela negra, el apellido..., y no fue hasta más tarde cuando me di cuenta de que el apellido no era el mismo, sólo parecido. Aun así, su nombre y el de sus novelas ya se habían grabado en mi memoria. Luego, más tarde, empecé a leer opiniones de sus libros y pasó definitivamente a mi lista de lecturas pendientes. Así que cuando vi que Bookworm (Bitácora de mis lecturas) organizó una lectura conjunta del primer libro de la saga de Charlie Parker, no lo dudé y me apunté, cumpliendo así ambos deseos a la vez.
Todo lo que muere es una auténtica novela negra. Os parecerá obvio, ¿no? Pues lo especifico porque, como ya habéis apuntado algunos en vuestras reseñas, tendemos a encuadrar dentro de este género todo libro donde haya un muerto, un policía o un detective, y aunque un libro se debe medir por su calidad y no por su género, creo que en este caso es importante hacer la distinción, ya que de lo contrario, algún lector que ande buscando un poco de suspense al estilo de otras novelas muy de moda últimamente (de las que yo también soy lectora y además me gustan), se dará de bruces con una novela dura, brutal, explícita en descripciones y que no ahorra en detalles por más escabrosos que estos sean (aunque tranquilos, que no hay casquería fina) con la posible consecuencia de hacerle aborrecer erróneamente la novela negra.
Porque en Todo lo que muere, haciendo honor a su título, no se salva ni el gato.
Todos los detectives novelescos suelen tener un punto oscuro o gris en sus vidas. No voy a hacer comparaciones para no aburrir, pero es uno de los tópicos del género y Charlie Parker, para no ser menos, no escapa a ese cliché. Expolicía metido a investigador privado, exalcohólico, con la muerte de su esposa e hija a sus espaldas...
Sin embargo Charlie Parker está provisto de una característica que sí lo hace del todo diferente de sus colegas de género, y es que en la novela hay unas pinceladas, aunque bastante solapadas, de tintes sobrenaturales. Por lo que he leído, en las siguientes novelas de la saga, al parecer el carácter sobrenatural está más presente que en Todo lo que muere. Sin embargo esto no debe llevar a error a los amantes del género negro más puro, pues en el libro se llega a la resolución de los casos como consecuencia de la necesaria investigación policial y no de resultas de fenómenos paranormales.
La trama tampoco se libera de los clichés al recurrir al socorrido asesino en serie y es que ese psicópata típico de las películas americanas tampoco escapa a Todo lo que muere. A mí personalmente no me ha importado pese a estar muy visto, porque la trama está bien construida. Como además de la lectura, el cine es otra de mis pasiones, por momentos mientras leía el libro, me venían a la cabeza imágenes de Seven o Resurrección. (Si habéis podido resistir esas películas hasta el final, podréis aguantar la lectura del libro en lo tocante a sus explícitas descripciones.)
Pero no sólo me han venido a la mente esas películas mientras leía el libro, también me han venido clásicos como El padrino o alguna película de Tarantino. La primera en lo tocante al mundo de la mafia, fielmente retratado en el libro, y Tarantino porque en este libro hay mucha, muchísima acción. Que durante la lectura del libro me haya acordado de tantas, lo achaco a que Todo lo que muere podría servir perfectamente de base para un guión cinematográfico porque creo que tiene todos los ingredientes necesarios para ello.
No todo es acción en el libro, también hay sentimientos, disquisiciones sobre el bien y el mal, y pese a que en algunos momentos puedan llegar a aburrir, las he visto necesarias. Hay que tener en cuenta que se trata de un hombre que pierde a su familia mediante el crimen más brutal que uno pueda imaginarse y todo mientras el protagonista se encuentra emborrachándose en un bar. Lógicamente una cosa así no tiene más remedio que influir en su personalidad, de lo contrario el personaje no sería creíble. Por tanto las dudas de Parker, sus miedos, sus sentimientos de culpa, sus ansias de venganza, su lengua ácida e irónica presente en toda la novela al estar narrada en primera persona, conforman al personaje haciéndolo real y convirtiendo sus actos en coherentes con su situación personal, incluso cuando traspasan el marco de la legalidad.
"Windgate no sería capaz de elaborar siquiera el perfil de un pedo. Era un cabrón hipócrita y paternalista, pero era a su vez hermano del comisario, y eso lo convertía en un cabrón hipócrita y paternalista con influencias". (pág.:32)
A diferencia de otras novelas negras en Todo lo que muere no he encontrado una crítica social explícita, hay algo, pero está bastante enmascarado por la fuerza de la trama, hecho que por ejemplo sí está muy presente en las novelas de Henning Mankell o Stieg Larsson, y es que aquí la acción es la protagonista absoluta.
La lectura del libro no se me ha hecho sin embargo regular, he tenido algunos altibajos y es que, pese a comenzar de forma impactante (nada nuevo por otro lado, y menos en este tipo de libros) enganchándote irremediablemente, luego hay momentos en los que el interés decae para resurgir nuevamente pasadas unas páginas. Lo achaco principalmente al exceso de personajes. Y es que Connolly nos tenía preparada una sorpresa en el libro, una historia dentro de otra, pero no una historia cualquiera, sino una que podría muy bien haber dado lugar a un libro diferente porque no está puesta para rellenar páginas sino que está perfectamente delineada, con entramado propio y desenlace independiente. Dos tramas tan complejas y con tanta cantidad de personajes impiden que el ritmo de la lectura sea uniforme. Connolly es un maestro creando historias, lo demuestra en este libro, pero el resultado es un arma de doble filo pues no terminas de acostumbrarte a unos personajes cuando te encuentras con otros.
Este ha sido sin duda el obstáculo más grande que yo he encontrado en el libro hasta el punto de perder el hilo y tener que retroceder en alguna ocasión para recordar de quién se estaba hablando, por lo que considero que Todo lo que muere es una novela que requiere la concentración del lector porque la trama compleja y la cantidad de personajes así lo exigen. No es un libro que se pueda leer cuando uno tenga un ratito libre porque no se nos da masticado, uno tiene que poner de su parte o se perderá inevitablemente.
Había leído en alguna de vuestras reseñas que el final era buenísimo y no puedo estar más conforme. Todo lo que muere termina de una forma más que destacable, sin dejar nada inconcluso y aunque para algunos el desenlace pudiera ser predecible, es la forma como se produce y no el quién lo que quita el hipo. Las últimas páginas se vuelven grandiosas.
Que si volveré a leer a John Connolly. Por supuesto. Qué duda cabe.
John Connolly es irlandés.
Todo lo que muere fue su primera novela. Estuvo nominada al premio Bram Stoker y ganó el Premio Shamus (1999) a la mejor primera novela.
Connolly ha publicado hasta 2010 otras siete novelas protagonizadas por Charlie Parker, además de otras novelas fuera de esta serie.