lunes, 2 de noviembre de 2020

Lecturas de ficción contemporánea. De Kafka a Ishi­guro



Nos encontramos ante un libro que reúne una extensa selección de críticas de la mejor ficción universal del siglo XX, a juicio -como es obvio- del autor del libro, Javier Aparicio Maydeu.

El libro es una especie de recopilación de reseñas y artículos periodísticos que el autor, crítico literario, ha publicado a lo largo de su vida en diferentes medios como el diario El País, entre otros.
Arranca con un prólogo acerca de El Quijote como el verdadero precursor de la ficción contemporánea y se cierra con un interesante epílogo a modo de reflexión sobre el futuro de la ficción.
Las críticas están ordenadas por las similitudes narrativas y estéticas de las obras analizadas en lugar de por la nacionalidad de los autores, como suele ser lo habitual.
Se trata de un libro para leer despacio, para releer, para buscar, para consultar... Una suerte de guía de lectura o libro de consulta, en definitiva, que destaca por la vasta cultura literaria que exhibe el autor y por su riqueza lingüística.

Completan el libro dos apéndices que me han resultado de lo más atractivo y esclarecedor del libro. El primero consiste en una propuesta de biblioteca a modo de guía de lectura orientativa que no solo tiene en cuenta las mejores obras de cada autor sino -y esto me parece muy importante- también las mejores ediciones y traducciones.
El segundo apéndice ofrece una abundante cronología de inestimable ayuda para que el lector pueda situar correctamente la ficción contemporánea en su contexto político, científico, etc., así como las obras más representativas y famosas de cada período.

En definitiva, un libro muy completo y sumamente didáctico, un filtro necesario que a mí, por lo pronto, ya me está sirviendo para ilustrar algunas de mis lecturas, descartar otras y desear leer, e incluso  releer, otras tantas cuanto antes.


No es la historia que no cuenta "Las olas", sino el empleo de técnicas de composición poética el que subyuga al lector y hace de la novela de Woolf una obra maestra. (Página 19)

(Reseña publicada en Babelio)

martes, 5 de mayo de 2020

Esplendor en la hierba



Mayo es el mes de las flores, el mes del esplendor en la hierba, y esto me trae a la memoria los versos de la Oda a la inmortalidad, de William Wordsworth (1770-1850), uno de los poetas más importantes del romanticismo inglés. 

No es que sea yo lectora habitual de poesía, pero sí hay unos cuantos poemas que por un motivo u otro me gusta releer de vez en cuando, y este es uno de ellos.



Oda a la inmortalidad, de William Wordsworth

Aunque el resplandor que
en otro tiempo fue tan brillante
hoy esté por siempre oculto a mis miradas.
Aunque mis ojos ya no
puedan ver ese puro destello
que en mi juventud me deslumbraba.

Aunque nada pueda hacer
volver la hora del esplendor en la hierba,
de la gloria en las flores,
no debemos afligirnos,
porque la belleza subsiste siempre en el recuerdo.
En aquella primera
simpatía que habiendo
sido una vez,
habrá de ser por siempre;
en los consoladores pensamientos
que brotaron del humano sufrimiento,
y en la fe que mira a través de la muerte.
Gracias al corazón humano
por el cual vivimos;
gracias a sus ternuras, a sus
alegrías y a sus temores, la flor más humilde al florecer
puede inspirarme ideas que, a menudo,
se muestran demasiado profundas
para las lágrimas.

La primera vez que oí los versos de Wordsworth fue cuando vi hace muchos años la película Esplendor en la hierba

Está dirigida por Elia Kazan, ya sabéis: Un tranvía llamado deseo, La ley del silencio, Al este del Edén... O lo que es lo mismo: un grande entre los grandes. Cierto que hay un episodio bastante oscuro en su vida (un senador, una caza de brujas...) que si bien lo ensombrece como persona, en ningún caso como director.

La película se rodó en 1961 pero está ambientada en la Gran Depresión, en la Crisis o Crac del 29. Está protagonizada por Natalie Wood y Warren Beatty. Beatty está correcto, sobre todo si tenemos en cuenta que fue su primer papel cinematográfico, pero ella, Natalie, está inmensa, de verdad que me faltan palabras para describir su actuación; y si bien no ganó, estuvo nominada al Óscar por su interpretación. 

Esplendor en la hierba es la historia de un amor imposible entre dos jóvenes que se aman profundamente. En la película está muy presente el contexto histórico del Crac del 29 y diversos temas como los tabúes sexuales de la época, el "qué dirán", la doble moral, las difíciles relaciones entre padres e hijos, o incluso el perdón de estos últimos hacia sus padres. 

Pero la película trata por encima de todo del amor, pero del amor en mayúsculas. Es más, diría que solo quien haya sufrido ese primer amor frustrado de juventud podrá comprender como es debido la historia y ponerse en la piel de los personajes, en particular en el de Natalie Wood. Habrá a quien le parezca una película exagerada, un chute en vena de glucosa, o incluso una historia anticuada; y lo digo no porque lo imagine sino porque lo he leído de un "crítico" que decía que la historia era muy "blandengue". Y yo al leer esas palabras sobre esta maravilla de película no puedo por más que preguntarme si ese señor se habrá enamorado alguna vez.


Creo que resulta más que evidente mi debilidad por Natalie Wood, actriz de la que me declaro fan incondicional, pero ved si podéis la película y decidme después si no estáis de acuerdo conmigo. Esplendor en la hierba nunca habría sido igual sin ella, que nos regala algunas de las escenas más memorables de la película. Natalie falleció de forma prematura a los 43 años en extrañas circunstancias en las que incluso se vio envuelto su marido, Robert Wagner. Como todo el mundo que haya seguido el caso en mayor o menor medida, tengo mi opinión al respecto, pero entrar ahora en ese tema excedería con mucho el objeto de esta entrada y no es esa la intención.

Y enlazando con lo anterior, si la película nunca hubiera sido lo mismo sin Natalie tampoco lo habría sido sin el poema de Wordsworth, sin ese tono evocadoramente nostálgico y lleno de melancolía que le imprimen sus versos, esos que sobrevuelan toda la historia hasta cobrar su máximo protagonismo al final de la película en una escena de las más conmovedoras que he visto en mi vida y que os aseguro que por años que pasen no podré olvidar jamás.


domingo, 12 de abril de 2020

Pocas lecturas y dos recomendaciones



Hoy 12 de abril de 2020 es Domingo de Resurrección (Domingo de Pascua), pero estamos inmersos en plena pandemia por el coronavirus y eso lo desvirtúa todo.


Empecé el confinamiento con un buen ritmo de lectura, sin embargo pronto entré en el desánimo derivado de la situación y no consigo acabar casi nada de lo que empiezo.

Solo he sido capaz de terminar dos libros desde entonces, La paciente silenciosa y Una noche de invierno. Como creo que ambos son libros dignos de unas palabras, no hablaré de ellos hoy a la espera de poder reseñarlos cuando me vea con ganas para ello.
Respecto al único reto lector al que me he apuntado, "Nos gustan los clásicos" del blog Un lector indiscreto, solo he leído y reseñado un libro, Un hijo de nuestro tiempo, pero es que, como comentaba antes, la situación que estamos viviendo con tantísimas personas fallecidas, todo el día encerrados en casa y el no poder ver a mi padre que vive solo me lleva muchas veces al desánimo y la apatía y eso, como es lógico, afecta a la lectura.

Cambiando de tema, anoche vi en Netflix una película que os recomiendo y a la que confieso que jamás me habría acercado de no ser por mis gemelas de 15 años que tienen mejor ojo que yo y quisieron que la viéramos en familia.
Y digo esto porque cada año que pasa soy menos cinéfila y más crítica y cascarrabias con todo. Si a eso le añades un audio en turco y que tienes que ir leyendo subtítulos...

Pero no están las cosas para ningunear a tus hijas adolescentes cuando de pronto les apetece hacer algo con su madre, hay que agarrarse a esos momentos como a un clavo ardiendo. La película en cuestión es Milagro en la celda 7. Os advierto que me harté de llorar, pero la película mereció mucho la pena y ya quisieran muchos oscarizados actores de Hollywood actuar como el protagonista (los pelos de punta se me ponen). El único que no la vio fue mi hijo mayor (18 añitos), el pobre alucinó cuando de pronto nos vio a los cuatro llorando a moco tendido.




Tenía 15 años cuando el profesor de Geografía e Historia nos habló en clase con mucho entusiasmo de un libro. Se trataba de El nombre de la rosa, de Umberto Eco. Pasé el resto de la clase pensando en las palabras del profesor y ese mismo día, por la tarde, fui a la librería y me compré el libro. Y aunque no estoy segura del todo, creo que ese libro fue mi primer acercamiento a la literatura adulta (fuera de los libros de obligada lectura escolar, claro), así que se puede decir que fue una entrada triunfal, por la puerta grande.


Todo esto viene a cuento porque el pasado jueves estrenaron en la primera cadena la miniserie El nombre de la rosa. Está protagonizada por John Turturro, un actor que siempre me ha gustado. La película del mismo nombre dirigida por Jean-Jacques Annaud e interpretada por Sean Connery y Christian Slater es realmente buena. Es del año 1986 y la he visto varias veces a lo largo de estos años.




No voy a entrar en comparaciones entre la serie y la película (con el libro ni me molesto porque las dos saldrían perdiendo), entre otras cosas porque primero habrá que ver la serie entera para poder hablar con conocimiento de causa.



Por otro lado, que me sepa la trama de memoria no es para mí ningún inconveniente, disfruto tanto viendo la ambientación, la recreación histórica y esa biblioteca laberíntica que todo lo demás se me antoja secundario. Ya estoy deseando que llegue el próximo jueves para seguir viendo la serie.

Cuando terminó el capítulo corrí a la estantería a coger mi libro y comprobé con sumo placer que mi vieja edición de Lumen lleva bastante bien el paso del tiempo (seguramente mejor que yo, al menos al libro no le vi ninguna arruga).

Los lomos están un poquito manchados y la portada algo amarillenta, pero las páginas aún están blanquitas.

No soy de releer libros ni creo que vaya nunca a una isla desierta, pero si tuviera que elegir un libro para ambos menesteres, hoy por hoy sería El nombre de la rosa.




Y con esta mi segunda recomendación, me despido de vosotros no sin antes desearos una feliz Pascua de Resurrección.

sábado, 14 de marzo de 2020

Un hijo de nuestro tiempo



Un hijo de nuestro tiempo               
Ödön von Horváth
Nórdica Libros

En Un hijo de nuestro tiempo Horváth se convierte en fiel cronista de su época. Es capaz de reproducir los usos del lenguaje fascista tanto a nivel militar como civil y de mostrarnos a través de ellos cómo el individuo de a pie adopta sin más los tonos por los que ya se ha dejado seducir. Si en Juventud sin Dios el maestro tenía una sensación ambivalente respecto a ello, el soldado de Un hijo de nuestro tiempo está entusiasmado con los usos del Estado fascista y habla siguiendo el modelo ideal de lenguaje tipificado por los nacionalsocialistas. Esta novela, escrita en 1937, es un brillante retrato de aquellas personas que durante años obedecieron, admiraron y ejecutaron las consignas del nazismo. 
(Sinopsis editorial)

Ya la propia portada del libro nos da pistas suficientes del ambiente en el que se desarrollará la historia, con esa desoladora imagen en blanco y negro de un soldado muy joven ante lo que parece ser una improvisada tumba en medio de la nada, como tan a menudo ocurre en los conflictos bélicos.

El protagonista es un joven alemán del que no conocemos ni tan siquiera su nombre y del que poco más sabemos: lleva varios años en paro ("Cuando dejé la escuela, me convertí en parado"), su madre está muerta, no soporta a su padre, habla mal de casi todo el mundo y su lenguaje está cargado de odio y desprecio.

A través de apenas 145 páginas (sin contar el epílogo) articuladas en torno a once capítulos cortos titulados según el tema sobre el que vaya a versar el capítulo en cuestión, el protagonista narrador nos cuenta algunos episodios de su vida desde que se alista en el Ejército alemán (estamos en los años 30 pero aún no ha empezado la II Guerra Mundial), pasando por la admiración que sentía por su capitán, o los avatares con una chica por la que se siente atraído.


Ocurre sin embargo que determinados hechos o alusiones pueden resultar confusos y algo extraños para el lector, obstáculo que vienen a paliar las útiles e ilustrativas notas a pie de página de la traductora, Isabel Hernández, que en este caso y a diferencia de lo que pudieran suponer en otro tipo de novelas, se acogen con mucho agrado porque se tornan muy necesarias.

Un rasgo esencial del libro es el tono intimista, a veces casi a modo de monólogo interior, con el que el protagonista nos cuenta tanto sus deseos como sus frustraciones, y a través del cual conoceremos de primera mano su desencanto con lo que le han "vendido" los nacionalsocialistas. Los pensamientos del protagonista están presentes incluso entre los diálogos, que se entrecruzan en las conversaciones de forma habitual. Por otro lado, el relato está lleno de frases en las que abundan los signos de exclamación, lo que a veces confiere a la lectura un tono de suma exaltación, o incluso de enfado, al estilo de los discursos nazis.

En cuanto al resto de personajes, lo cierto es que al estar narrada la novela en primera persona y dada su brevedad, quedan bastante difuminados puesto que únicamente los vemos a través de los ojos y los pensamientos del protagonista.

Para mí, lo más destacado del relato es sin duda la evolución del personaje, quien de ser el mayor defensor y admirador de las ideas totalitarias del nacionalsocialismo acaba llegando al mayor de los desencantos, lo que hará que el lector al final sienta compasión por un personaje que al principio siente como detestable.

Decir, a modo de curiosidad, que Ödön von Horváth (intelectual austríaco de origen húngaro) está considerado a día de hoy como uno de los grandes dramaturgos en lengua alemana del siglo XX, que en su momento recibió amenazas del nacionalsocialismo, que incluso llegaron a quemar sus obras en público y que falleció de forma prematura apenas cinco días antes de la publicación de "Un hijo de nuestro tiempo".


Y si bien, y como es lógico, el verdadero valor del libro es el relato de Horváth, no puedo dejar de mencionar la exquisita edición de Nórdica Libros, y no solo desde el punto de vista estético, sino por el interesantísimo trabajo de Isabel Hernández, traductora del libro, y a la que tenemos que agradecer como lectores no solo esas imprescindibles notas a pie de página, sino el magnífico epílogo con el que se cierra el libro y gracias al cual el lector sabrá valorar como es debido la importancia de la obra de Horváth y el verdadero alcance de este singular, breve e intenso relato.






viernes, 14 de febrero de 2020

Reto "Nos gustan los clásicos". IV edición





Francisco, del blog Un lector indiscreto, nos invita a participar en la IV edición del Reto "Nos gustan los clásicos".

Este reto me atrae, en primer lugar, porque hace demasiados años que solo me acerco a la literatura actual y me apetece mucho reencontrarme con los clásicos; en segundo lugar, porque lo veo un reto asequible para mí, ya que con solo 7 u 8 libros se dará por cumplido el reto. 

Como no hace mucho que he salido de una larga crisis lectora y no quiero enfrentarme a otra, voy a escoger el mínimo de libros que estipula el reto, en este caso 7, por lo que espero ser capaz de conseguirlo. 

Otra cosa que también destaco del reto y que me ha gustado bastante, es que será el propio participante el que elija los libros a leer y reseñar a lo largo de este año 2020, de manera que me viene bien para leer por fin aquellos libros que tengo en la estantería y que no han visto su momento todavía. Como tengo unos cuantos, aún no he decidido del todo cuáles serán los que escoja, pero seguro que alguno estará entre los que os muestro en las fotografías de más abajo. Algunos ya los he leído, como el de Helene Hanff, pero disfruté tantísimo leyéndolo que será un placer volver a encontrarme con él.




Os animo a participar en este interesante y asequible reto literario. En este enlace encontraréis las bases para poder apuntaros.

Y ya de paso, ¡Feliz Día de los Enamorados!

viernes, 10 de enero de 2020

El extranjero (Ilustrado)

El extranjero (Ilustrado)
Título: El extranjero (Ilustrado)
Título Original: (L’Étranger, 1942)
Autores: Albert Camus, José A. Muñoz
Editorial: Alianza
Colección: Libros Singulares

Copyright:
© 1942, Éditions Gallimard
© 2013, Alianza Editorial, S. A.
Traducción: José Ángel Valente
Ilustraciones: B/N
Edición: 1ª Edición, Abril 2013
ISBN: 9788420675206
Tapa: Dura
Etiquetas: contemporánea, muerte, filosofía, libros ilustrados, literatura francesa, novela, reflexiones, surrealismo, existencialismo, Argel
Nº de páginas: 144
































Argumento:

La obra transcurre en Argelia, a mediados del siglo XX, y narra la historia de Meursault, un hombre en apariencia común, desde que recibe la noticia de la muerte de su madre hasta que ingresa en prisión condenado por asesinato. (Argumento propio, no el editorial)
Ilustrado por José A. Muñoz

 Opinión:
 Perpleja he quedado tras la lectura de "El extranjero", del premio nobel de literatura Albert Camus. Puedo asegurar que en mi vida se ha cruzado en mi camino un personaje literario tan "insólito" como Meursault, el protagonista del libro.
"El extranjero" es un libro extraordinario, un libro que tengo claro que volveré a leer y no precisamente por contar una historia maravillosa y con un final de "vivieron felices y comieron perdices", sino por ver si puedo dar respuesta a todos los interrogantes que su lectura me ha deparado.
Que nadie se asuste ante la etiqueta "filosofía". Esto no es un tratado plúmbeo e inaccesible. Es una historia muy breve, apenas 144 páginas estructuradas en dos partes con sus correspondientes capítulos. El libro está narrado de manera asequible, es de fácil lectura (la hondura está detrás de las palabras) y no hay frases largas ni despampanantes construcciones gramaticales, sino que abundan las cortas, pero advierto, son tan directas y contundentes que impactan en el lector como si fueran balazos.
Meursault, el protagonista, adopta el papel de narrador en primera persona y nos va describiendo de forma lineal y cronológica los acontecimientos de su vida desde que sabe de la muerte de su madre hasta que es juzgado y condenado por asesinato. Todo en su vida está caracterizado por la misma apatía: su amistad con Raymond, el vínculo con su novia Marie, la relación con su jefe... Tampoco siente pena ni remordimiento por el crimen que cometió y que achaca de forma casi suicida a factores como el sol o el calor, como si todo en su vida estuviera dominado por el azar o las inclemencias del tiempo y él no tuviera manera de evitarlo, o no quisiera.
Pero lo más impactante es que esa conducta será la misma que tendrá durante el juicio en el que se le acusa de asesinato (juicio que Camus retrata como una farsa), una conducta dominada no por el miedo ante lo que se le avecina sino por el aburrimiento, por la incomprensión, por la perplejidad. Meursault es un hombre impasible, apático, indiferente. Desde el comienzo del libro se perfila su extraña actitud ante la vida, es mucho más que un extranjero, es como una criatura de otro planeta, o un autómata. La primera prueba de ello la tenemos en la frialdad con la que relata la noticia de la muerte de su madre, frialdad que marcará su porvenir al ser usada como argumento principal por la justicia cuando más tarde se le condene por asesinato: "Hoy, mamá ha muerto. O tal vez ayer, no sé. He recibido un telegrama del asilo: «Madre fallecida. Entierro mañana. Sentido pésame». Nada quiere decir. Tal vez fue ayer". (Pág. 7)
Un principio parco y contundente que asesta un golpe al lector al enfrentarlo ya en las primeras líneas de esa manera tan despiadada a la muerte, como despiadada será a ojos del lector la reacción del protagonista ante la noticia y ante todo lo que le sucede después. Meursault es el fiel reflejo del existencialismo más vacío, de la filosofía del absurdo, del inconformismo con los patrones sociales y políticos del momento, y de la vida como algo inabordable.
"El extranjero" es una profunda reflexión sobre la condición humana bajo un manto de engañosa sencillez, una meditación sobre un mundo condicionado y sin esperanza; un libro cuya lectura recomiendo encarecidamente y, a ser posible, con esta edición especial conmemorativa de Alianza Editorial, profusamente ilustrada en blanco y negro por el argentino José A. Muñoz y que hace que su lectura sea todavía más grata, si es que tal cosa es posible. Una maravilla, no se lo pierdan.
Mar Gázquez

(Esta reseña la publiqué inicialmente en Anika entre Libros)