Recuerdo que la primera vez que presté atención a este título fue al leer una opinión en Ciao, y digo prestar atención porque el libro sí lo había visto pero no despertó demasiado mi interés. Quizá la culpa la tuviera precisamente el título, y es que últimamente hay muchos libros con títulos claramente enfocados a captar la atención del lector y que luego resultan ser decepcionantes. Sin embargo con esa opinión se despertó mi curiosidad, más que nada, al descubrir la voluntad férrea de ese autor novel, que se negó a que sus dos años de trabajo quedaran en el olvido y que removió Roma con Santiago hasta conseguir, ni más ni menos, que una editorial como Espasa publicara su novela.
De manera que cuando vi que Carmina organizó en su blog
de tinta en vena un sorteo en el que el premio era precisamente este libro, no dudé en apuntarme. La suerte estuvo de mi parte y fui agraciada con ese maravilloso ejemplar que, como no podía ser de otro modo, venía con una dedicatoria del autor escrita en tinta verde.
Antes de pasar al libro en cuestión, merece la pena recordar el
periplo por el que pasó hasta llegar a nuestras manos como lo conocemos hoy, editado por Espasa.
Eloy Moreno tardó unos dos años en escribir ésta, su primera novela. Según sus palabras, escribió la novela que a él le gustaría leer. Cuando la terminó acudió al socorrido recurso de la autoedición. Hasta ahí todo es normal, muchos escritores lo hacen al no encontrar otra vía para poder dar salida a sus creaciones. La miga vino después, cuando Eloy Moreno, ayudado por su familia, iba como si de un vendedor a domicilio se tratase, de puerta en puerta, de librería en librería, con una maleta cargada de ejemplares, dando a conocer su novela y luchando para que alguna librería la pusiera a la venta. No fue fácil. Casi todo el mundo le decía que no iba por los canales adecuados. Durante días, apostado en las puertas de las librerías, promocionaba su novela repartiendo marcapáginas y hablando con posibles futuros lectores. Poco a poco la novela se fue haciendo hueco en las librerías, al principio de menor calado, más tarde en grandes superficies y junto a escritores de renombre. Finalmente, en enero de 2011, la novela se puso a la venta a nivel nacional editada por Espasa.
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La maleta |
No he podido evitar leyendo la novela, hacer comparaciones entre Eloy Moreno y el protagonista de su libro y es que la autoestima y la lucha del autor por dar a conocer su novela, indican una personalidad diametralmente opuesta a la del protagonista del libro. Porque Eloy Moreno quiso dar un giro a su vida, cumplir un sueño, y lo hizo. Tardó un tiempo, pero ese tiempo no fue en vano. Luchó sin denuedo hasta conseguirlo. No esperó sentado en su casa a que la suerte llamara a su puerta. Y de esa valentía carece el protagonista de su novela. Pero mejor lo vemos.
Sinopsis:
Superficies de vida:
Casa: 89 m2
Ascensor: 3 m2
Garaje: 8 m2
Empresa: la sala, unos 80 m2
Restaurante: 50 m2
Cafetería: 30 m2
Casa de sus padres: 90 m2
Casa de mis padres: 95 m2
Total: 445 m2
¿Puede alguien vivir en 445 m2 durante el resto de su vida?
Seguramente sí, seguramente usted conozca a mucha gente así.
Personas que se desplazan por una celda sin estar presas; que se levantan cada día sabiendo que todo va a ser igual que ayer, igual que mañana; personas que a pesar de estar vivas se sienten muertas.
Esta es la historia de un hombre que fue capaz de hacer realidad lo que cada noche imaginaba bajo las sábanas: empezarlo todo de nuevo. Lo hizo, pero pagó un precio demasiado alto.
Pero si de verdad usted quiere saber cuál es el argumento de esta novela, mire su muñeca izquierda; ahí está todo.
El libro arranca con un episodio de la infancia del protagonista que tendrá mucho que ver en el desarrollo de la novela, no por la gravedad del hecho en sí, que no deja de ser una mera anécdota, sino porque nos sitúa en la mente del protagonista y vemos ya desde ese inicio a un hombre para el que
cualquier tiempo pasado fue mejor.
Narrado en primera persona, contribuye a meterse en la piel del protagonista-narrador y a confraternizar con él. Y tiene su mérito, porque el protagonista se nos presenta como una persona victimista, que tiende a echar la culpa de sus males a los demás, cobarde porque quiere cambiar su vida pero no se atreve a dar el paso final, y un tanto egoísta, ya que su actitud negativa le lleva a hacer algunas cosas que dañarán a las personas equivocadas y no se encuentra en él un atisbo de arrepentimiento, solamente el temor a ser descubierto como el artífice de los males ocasionados.
Y pese a todo, no puedes evitar
empatizar con él. Y lo haces porque el libro presenta situaciones tan cotidianas y cercanas al común de los mortales, que es imposible no sentirse reconocido en alguna de ellas. ¿Quién no ha sentido alguna vez que su matrimonio se va deteriorando? ¿Quién no ha sentido nostalgia recordando su infancia? ¿Quién al contemplarse ante el espejo no echa de menos la persona que fue? Pero sobre todo: ¿Quién no ha deseado alguna vez
tirarlo todo por la borda y dar un giro a su vida?
El bolígrafo de gel verde trata sobre todas esas cuestiones, sobre lo que la falta de tiempo puede llegar a desencadenar. Ese llegar a casa después de todo el día en la oficina, después de buscar aparcamiento, sin ganas de hablar con tu pareja, cuando tu hijo al que no has visto en todo el día ya duerme. Ese sentarse en el sofá con el mando en la mano hasta caer vencido por el sueño, con el sonido del televisor como único compañero, para volver al día siguiente a empezar la misma rutina. Porque la
rutina, la
falta de tiempo, la
monotonía que impregna el día a día, se erigen prácticamente en protagonistas de la novela. La búsqueda de un simple bolígrafo de gel verde, o las triviales conversaciones con la señora de la limpieza, se convierten en alicientes que insuflan un poco de aire fresco en una vida apagada.
Porque en
El bolígrafo de gel verde hay pocos diálogos, lo que no impide que el libro sea de lectura fácil y tremendamente amena. Los personajes están bien delineados y, con pocas descripciones, Eloy Moreno consigue que los identifiques perfectamente y reconozcas en muchos de ellos a personas que muy bien podrían ser de tu entorno más cercano.
Eloy Moreno recurre en el libro a la técnica de dar a conocer al lector el gancho que lo atrapará y que hará que tenga que seguir leyendo el libro, que no es otro que avisarnos de que el protagonista tiene un plan para cambiar su vida, plan que por cobardía no pondrá en marcha hasta que su mundo se desestabiliza por completo, lo que conseguirá que el lector no pueda dejar de preguntarse en qué va a desencadenar todo esto.
La novela, pese a ser más bien lineal, dado el tema que presenta y el enfoque que del mismo se hace, tiene algunos giros que supondrán toda una sorpresa para el lector, rompiendo así con la monotonía que caracteriza a la historia y que en ningún momento hay que confundir con que la novela sea monótona o aburrida.
Confieso que la novela me ha arrancado alguna lágrima. Cierto que yo soy de lágrima fácil, pero incluso a los lectores que no lo sean, no me cabe duda de que con algunas escenas, como mínimo se les pondrá un nudo en la garganta. Porque El bolígrafo de gel verde está plagado de sentimientos y de frases tan cercanas, reales y emotivas, que es prácticamente imposible abstraerse de sus mensajes.
La habilidad de Eloy Moreno como narrador no se limita a las situaciones más tristes, porque el libro también me ha hecho reír, especialmente con una escena que ocurre en el baño de la oficina.
La última parte del libro, pese a que en un principio me resultó un poco forzada y no entendí muy bien el desarrollo del giro tomado por la historia, cobra significado al final de la novela, cerrándola como en definitiva el lector esperaba, sin trampas ni engaños. La parte con la que más he disfrutado, es la que se centra básicamente en las horas de oficina, en la relación con sus compañeros y con su jefe, en la rutina del día a día, retratando fielmente situaciones que nos serán comunes a más de uno, y afortunadamente para mí, es la parte más extensa de la novela.
A mi juicio, y pese a deleitarnos el libro con algunas frases verdaderamente interesantes y profundas, de lo único que peca la novela, es de lo
repetitiva que en ocasiones resulta su
prosa y en el
abuso que se hace de la
frase corta y el punto y aparte. Que el libro trate de rutina y monotonía, no es impedimento para que la prosa sea más variada en palabras y formas gramaticales, pero teniendo en cuenta que se trata de una primera novela, tiene un nivel muy digno.
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Eloy Moreno
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En definitiva, El bolígrafo de gel verde me ha supuesto el descubrimiento de una gran novela, llena de sentimientos y que incita a pensar y reflexionar sobre muchas cosas, pero por encima de todo es una demostración de que es posible romper con todo y empezar de cero.