La otra mecanógrafa
Suzanne Rindell
Editorial: Lumen (marzo 2013)
Traducción: Aurora Echevarría
Pérez
Ficción moderna y contemporánea
ISBN: 9788426421319
384 páginas
Sinopsis editorial
En 1922, la jornada laboral en la comisaría del
distrito del Lower East Side, en Nueva York, transcurre al ritmo impuesto por
una nueva ley que prohíbe la producción, venta y transporte de bebidas
alcohólicas.
El
trabajo se va acumulando, pero Rose Baker no se queja: es mecanógrafa de
profesión y su tarea consiste en escuchar y reproducir fielmente las palabras
de los criminales que cada día desfilan por el edificio. Robos, sobornos y
delitos de sangre son su pan de cada día, así que parece una mujer difícil de
impresionar, pero todo cambia la mañana en que Odalie entra a formar parte del
equipo: mientras Rose lleva el pelo castaño recogido en un discreto moño,
Odalie se atreve a estrenar melena a la garçonne, a fumar y a frecuentar los
mejores restaurantes, sin preocuparse demasiado por la cuenta. Su mirada
fascina a hombres y mujeres, y Rose cae en sus redes, viviendo con ella los
placeres ocultos que reserva la ciudad de Nueva York a quien sabe disfrutar de
lo bueno.
¿Qué
es mentira y qué verdad en la vida de Odalie? Habrá que leer hasta la última
página para entender un juego perverso, deudor de la novela negra y del mejor
cine, que el talento de Suzanne Rindell convierte en gran literatura.
La otra mecanógrafa es la primera novela de Suzanne Rindell,
escritora norteamericana de la que poca información puedo ofrecer porque no se
dice gran cosa de ella en el libro. Lo que sí se puede apreciar de la
fotografía es que además de joven es de las escritoras más guapas que he visto
(momento frivolidad al canto). Cuando
vi este libro entre las novedades de Lumen me llamó la atención, no solo porque
los libros de esta editorial casi siempre despiertan ese interés en mí sino
porque la sinopsis me resultó realmente atractiva, pero sucede que con frecuencia intento ser cauta y no me lanzo a la caza y captura hasta que no me
encuentro con alguna reseña positiva de alguien que me merezca confianza, y es ahí
cuando entra en juego la maravillosa reseña de Carmina en su blog De tinta en vena y que os invito a leer porque Carmina escribe de maravilla.
Empezaré
diciendo que el libro en su conjunto me ha gustado mucho aunque ha habido un
par de cosas que no me han terminado de convencer, sin embargo me parece que
para ser una primera novela y al tratarse de una escritora tan joven la
historia está más que conseguida.
La
historia la narra la protagonista, Rose, en primera persona. Nos va relatando
su trabajo diario como mecanógrafa en la comisaría, nos cuenta que se crió en
un orfanato, nos da pistas de que su situación actual es bastante extraña (¿está loca?, ¿presa?, ¿dónde?) y cómo su insípida existencia dio un giro radical cuando entró en escena ese personaje arrollador que es Odalie: la otra mecanógrafa. Casi
todo en este libro es narración y los diálogos tienen poca presencia, algo bastante usual en las novelas narradas en primera persona y que a mí particularmente me fascinan. La forma
de narrar de esta escritora me ha gustado muchísimo. Me ha resultado excelente su modo de retratar el ambiente de los años 20 y es realmente buena preparando y creando
los momentos de tensión psicológica, de intriga. Sin embargo es en la
estructura del libro donde a mi parecer la novela flaquea un poco. Me explico. La
narradora desde prácticamente el principio de la novela anticipa, es decir, nos
dice que algo pasó con Odalie, así que el lector ya sabe que algo ha pasado
pero no sabe qué y está deseando saberlo, y digamos que hasta bien avanzado el
libro la autora consigue su propósito y tiene al lector completamente rendido a
sus pies deseando saber qué es lo que ocurrió.
Sin
embargo llega un momento del libro en el que las protagonistas (Rose y Odalie) se
van de viaje y entran en juego nuevos personajes, y es aquí donde empecé a mosquearme.
Que un autor te saque de sopetón del ambiente en el que te ha metido durante tantas páginas justo cuando ya crees que es el momento de saber algo más -de
que se vayan descubriendo cosas- y te presente nuevos personajes y otra vez
nuevas descripciones de ambientes… pues es como si te echaran por encima un
jarro de agua fría. Seguí
leyendo obviamente (aunque algo mosqueada) porque quería saber a dónde iba a ir
a parar esa extraña relación entre las dos mecanógrafas; porque esa es otra: la
narradora juega en todo momento con una especie de ambigüedad sexual que a mí
por lo menos me ha tenido muy intrigada. Y aunque "mosca" no te queda más remedio que seguir leyendo si quieres saber qué es lo que ha ocurrido y porque, dicho sea de paso, esta mujer escribe tan bien que hasta su lista de la compra sería interesante de leer.
Pasadas
otras tantas páginas volví a reconciliarme con la novela, más que nada porque
uno de los nuevos personajes secundarios -uno de los que descubrimos en ese
viaje- da mucho juego y vuelve a incrementar la tensión en la historia (de hecho,
al final va a tener mucho protagonismo) y además de todo, las dos protagonistas
acaban su viaje y regresan a su rutina diaria, que es la que verdaderamente
intriga al lector y de la que nuca debió haber salido. Hay
otra cosa que tampoco me ha terminado de convencer y es que en un momento dado
la autora nos planta una escena sabrosísima entre el teniente de la comisaría y
Rose, la protagonista, y todo indica que va a llevarnos a alguna parte y sin
embargo no conduce a nada, y francamente, me habría encantado que así fuera
porque está planteada de forma tan resultona la relación entre ambos que creo
que se le podría haber sacado mucho más partido y el lector sin duda lo habría
agradecido.
Estos pequeños fallos que le he encontrado a la historia (ese viaje que podría haberse
evitado y ese dejar al lector con la miel en los labios con las escenas entre el
teniente y Rose que no conducen a ninguna parte) me hicieron pensar durante la
lectura que la autora tenía una idea brillante que hasta bien entrada la novela
la supo aprovechar magníficamente pero que llegado el momento de avanzar ni sabía dónde se había metido ni cómo iba a salir de ahí, quedándome la sensación de
que iba como a la deriva por derroteros poco acertados a ver qué pasaba, algo así
como si no tuviera la trama perfectamente estructurada antes de empezar a escribir
el libro.
El
libro vuelve a resurgir cuando las protagonistas regresan del viaje (y estoy cansina hoy porque eso ya lo he dicho) y se
desarrolla correctamente hasta que... Y aquí viene el último pero: hasta que llega
el final. Un final que no ha hecho más que corroborar las dudas que los fallos
que he señalado me hicieron temer: que la misma autora se podría haber perdido
entre su propio libro y no sabía cómo salir de ahí. Veréis, el final no es que
sea malo ni desacorde con el devenir de la historia pero no es un final de
órdago, no es de esos que te quitan el hipo; creo que tanto y tanto anticipar
ha jugado en su contra porque el lector espera lo más y luego se queda... un
pelín desinflado. No quiero dar más pistas porque corro el riesgo de destripar la
novela pero me ha recordado a una famosísima película de intriga de los noventa
en la que el final dio mucho que hablar porque cada uno daba su versión de los hechos,
nadie tenía claro qué era verdad, qué era mentira, si era ésta o era aquélla… O
eso o que yo soy muy tonta y no he sabido entenderlo, que también puede ser.
Igual
he sido demasiado tiquismiquis con el libro porque lo cierto es que la novela en
su conjunto es bastante buena; su prosa es elegante sin caer nunca en el adorno
excesivo, la recreación del ambiente es de diez y las personalidades de las
protagonistas, sobre todo la
de Rose , son fascinantes; es solo que creo que de haber
pulido un poquito más la estructura del libro y de haber cerrado con un final más
certero, la historia habría sido redonda del todo.